A pesar de la magnificiencia y el enorme valor historico y cultural que tiene Angkor Wat, a nosotros no fue el templo que mas nos gusto. Quiza por la ingente cantidad de turistas con la que compartimos la visita o quiza porque el entorno no es tan bucolico como lo imaginaba.
Aun asi, hicimos la tourne de rigor con un calor de espanto y un coco detras de otro para saciar la sed. A los ninos les gusto y jugaron a principes, caballeros y princesas como suele ser la costumbre cuando visitamos templos o palacios.
Los dias siguientes visitamos otros templos de todo los complejos de Angkor Wat y Angkor Thom, y nos aventuramos a ver otros mas lejanos y menos transitados. Al final nos acabo gustando, encontramos templos muy sobrecogedores y echamos en falta mas tiempo para conocer toda la zona.
En cualquier caso no es un destino recomendado para ir con ninos. Al hacer tanto calor lo ideal es madrugar y pasar las horas de calor en la pisicina del hotel y salir de nuevo al caer la tarde. Por desgracia esto no encaja muy bien con nuestras rutinas.
Uno de los dias, para amenizar la visita, alquilamos unas bicis con sillas semi-caseras para los ninos. El viaje estuvo bien hasta que Aisha se durmio en la bici, sin arnes, en una carretera donde no hay normas y conviven las motos, con las bicis, los tuc-tucs y demas vehiculos pesados de motor. Cuando empece a notar que algo me daba golpes en la espalda y que le gente me miraba y se reia decidi parar en mitad de la nada. Una familia me acogio en su pequena tienda y me dio una silla hasta que llego Josh 10 minutos despues. Iba delante mio y al no verme dio la vuelta pensando que me podia haber pasado algo. Despertamos a Aisha y la sentamos en la bici de Josh que si tenia arnes, y yo me fui con Lucas. Paso lo predecible, esta vez fue Lucas el que se durmio camino a casa en la silla si arnes. Otra vez los golpes en la espalda y las sonrisas de la gente. Llegamos sanos y salvos pero fue una pesadilla de viaje para mi.
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