La primera vez premeditada y la segunda por casualidad, ya nos hemos encontrado con dos mercados de granjeros en California de lo más divertido.
El primero fue en San Luis Obispo, una pequeña ciudad al norte de Santa Bárbara. Todos los jueves cierran la calle principal y despliegan lo que parece más una pequeña feria que un mercado al uso, donde además de los puestos de fruta y verdura hay también puestos de comida y de artesania, música en vivo, castillos hinchables, pintacaras y una pared de escalada para los peques. Los bomberos tambié estaban por allí haciendo una doble labor de prevenciónn y educación infantil.
Lucas y Aisha disfrutaron como locos, con su trozo de pizza y sus palomitas. Saltaron en el castillo, Lucas escaló, se pintaron la cara y a los dos les regalaron unos globos al cierre del mercado.
Parecía que toda la ciudad había salido a la calle, y probablemente los vecinos de los pueblos más cercanos también se habían acercado a pasar la tarde.
El segundo fue en Sonoma, al norte de San Francisco. La zona de Sonoma es famosa por sus viñedos y para allá que fuimos a comprar vino y saciar las ganas de parque en la plaza principal. Una plaza llena de zonas verdes, con dos parques, un lago y varias familias de patos, tan empachados de pan que ya no responden al bombardeo de migas y curruscos de los niños y las abuelas que pasean por allí.
A las 17.30 en punto, como cada martes, el "cowboy" se paseó tocando la campana e inaugurando oficialmente el mercado. Fuimos directos al puesto de juegos infantiles a probar suerte en la rueda de la fortuna. Y después de bailar al ritmo de la banda, volvimos al parque donde establecimos campamento base para ir a comprar la cena y cerezas, albaricoques y ciruelas. La fruta en California está de rechupete!
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